CÓMO LA OSTEOPATÍA INTERVIENE EN TORCEDURAS O ESGUINCES DE TOBILLO
El esguince de tobillo es una lesión frecuente entre los que habitualmente practicamos deporte. ¿Pero, qué implica exactamente? Es una lesión de los llamados “tejidos blandos”, como consecuencia de un estiramiento excesivo, rasgadura, rotura o distensión de los ligamentos que conectan los huesos y que sirven para unir las articulaciones del tobillo. La gravedad de la lesión vendrá determinada por la cantidad de fibras que se rompen, siendo un Grado 1 el más benigno y un Grado III el más grave y que puede acarrear una rotura total del ligamento.
Desde mi campo, la Osteopatía, siempre decimos que el mejor tratamiento es la PREVENCIÓN, por lo que una exploración previa por parte del osteópata nos ayudará a encontrar posibles disfunciones, tanto a nivel de pie y tobillo como de otras estructuras articulares o viscerales que aunque no estén localizadas en la zona de la posible lesión, nos pueden provocar un incorrecto apoyo del pie y que a futuro pueden ser “caldo de cultivo” para una torcedura de tobillo.
Si no hemos llegado a tiempo para “prevenir” y finalmente el esguince se produce, un tratamiento convencional suele ir orientado a combatir la inflamación, si ésta llega a producirse, y se recomienda reposo con inmovilización TOTAL de la articulación. La teoría dice que una lesión de ligamentos se cura con reposo; sin embargo, este tipo de tratamiento puede traer como consecuencia largas recuperaciones y posibles secuelas dolorosas.
Es cierto que en un primer momento puede ser necesario inmovilizar el tobillo; sin embargo, mantener estas pautas a largo plazo, puede provocar el debilitamiento de ciertas estructuras y posibles bloqueos a nivel articular. En definitiva, podemos dificultar la total recuperación e incluso con el tiempo, podrían aparecer lesiones en otras estructuras como el tendón de Aquiles, las rodillas o la cadera. La Osteopatía, sin embargo, tiene como objetivo recuperar la movilidad TOTAL de las articulaciones de la zona.
Bajo nuestro punto de vista, en este tipo de lesiones, lo más conveniente es practicar lo que denominamos “el reposo activo del lesionado”. Descartada la existencia de una posible fractura ósea (haremos radiografías para ello), utilizaremos un vendaje funcional y/o un “kinesiotape”, que permita al paciente realizar determinados movimientos beneficiosos para su recuperación pero a su vez, que evite otro tipo de movimientos en este caso NO deseados.
Una vez superada la fase aguda de la lesión, el osteópata evaluará la existencia de posibles bloqueos articulares a nivel de tibia, peroné, escafoides, cuboides, cuñas, etc. En caso de que éstos existan, nuestro objetivo será normalizar el movimiento de la articulación, evitando así recidivas del propio esguince como otras posibles lesiones futuras como una tendinopatía aquilea (como consecuencia de un Aquiles corto tras un tobillo bloqueado); más adelante podrían también aparecer lesiones de rodilla, cadera o columna por adaptación a un apoyo podal deficitario.
Será el momento entonces de recomendar ejercicios para el fortalecimiento y propiocepción del tobillo. De esta manera, el paciente podrá de nuevo incorporarse de manera satisfactoria a su actividad deportiva habitual.